8/24/2009

AL PAN, PAN Y AL CERDO GUARRO y (VI)


Redactado por Elena Nito.
Currante en Psiquiatría


Acto 1.3

Y se comenzó con la nueva táctica. Enseguida el personal se dió cuenta de que el Gerente no se enteraba de nada de lo que hacía su subordinado, pues su extrañeza al verse denunciado en los carteles era genuina: ¡Pero si yo no he hecho nada!

Y se le explicó que era cierto que no había hecho NADA en el sentido amplio de la palabra, pero como responsable directo de las actuaciones del baranda en cuestión, le denunciábamos a él por consentirlo.

De nuevo hubo un periodo de paz laboral, más corto pues no llegó a un mes, por lo que las denuncias del personal, dejaron de ser enviadas al Gerente y se enviaban a los Servicios Centrales: Si hacía alguna ilegalidad, denunia; si enchufaba a alguien, denuncia; si se ponía borde y maleducado, denuncia.

A los servicios Centrales se les inundó de denuncias -o eso se creía-, tanto por escrito como telefónicamente, y una vez más, nos dimos cuenta de que las únicas denuncias que se recibían en los servicios Centrales, eran las telefónicas o las visitas que los representantes de los trabajadores cursaban para presentar denuncias, y desde el los Servicios Centrales comentaron que no se había recibido ningún escrito de las docenas que se enviaban, conclusión: a pesar de que los escritos se registraban oficialmente, el individuo en cuestión no les daba curso.
En este caso, tampoco la mayoría de los sindicatos se cubrió de gloria.

Con todos estos hechos en la mano, un compañero del hospital, Criminólogo, comenzó una investigación exhaustiva, se contrató a un investigador privado, ya que en el interín, además de no expedientalo, lo habían nombrado Director de Gestión Económica del Hospital, cargo para el que se necesitaba un título universitario superior.

Con los resultados de la investigación en la mano, las Centrales Sindicales, exigieron al Gerente que les enseñase el título del individuo en cuestión, pero el gerente, en un ataque de dignidad, acusó a los sindicalistas de falta de confianza, les dijo que esos datos eran confidenciales -chorradas, pues son públicos-, etc. Total, que no enseñaron el título.

A partir de aquí, estaba claro que la empresa, o reaccionaba o se podía montar un escándalo mayúsculo, y no se les ocurrió mejor cosa que, aprovechando que el compañero Criminólogo, en plan ya de cachondeo, le regalo un libro al baranda en cuestión, fue expedientado, para crear una cabeza de turco, que sirviese de ejemplo al resto de trabajadores (Leer en este mismo blog LA CULTURA ES UN ARMA CARGADA DE SANCIONES).

Pero les salió el tiro por la culata, el compañero fue expedientado y sancionado, su instructor de expediente -es que no lo pueden evitar- fue recusado legalmente, pues se sabía que lo iban a nombrar Director de Recursos Humanos del hospital -como así fue-, lo que es suficiente legalmente hablando, para ser apartado de la instrucción, etc. (En próximas entradas hablaremos de este personaje)

Desde ese momento, el titulado, se ha arrinconado en un despacho, para que el personal le olvide, no se hable de él, pero como de costumbre ha metido la pata -bueno, aún no la ha sacado- y en los Servicios centrales dan por hecho de que esta persona tien título universitario, pues en el Boletín Oficial del País Vasco, suele aparecer con Presidente de comisiones, encargadas de contrataciones, algo que si demuestra que no es titulado creará un enorme escándalo institucional, pues todo lo actuado por esta persona será ilegal y a partir de aquí, comenzarán lo que se llama daños incontrolables.

Y todo esto pasa, como conclusión, porque en la Administración Pública, en vez de solucionar las cosas de raíz, dejan que estas se pudran solas, no toman decisiones, esperan que el personal se aburra pues el tiempo juega a favor de la Administración, y lo más grave, es que se pide amparo a los Servicios Jurídicos de los Servicio Centrales, y, o no te hacen caso -lo habitual- o actúan contra el peticionario, siempre y cuando este sea un currela.

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