8/23/2009

AL PAN, PAN Y AL CERDO, GUARRO (IV)


Redactado por Elena Nito.

Acto 1.1.- La respuesta no se hizo esperar. El Staff del Hospital, junto con personajes de la vieja guardia, convocaron a los responsables sindicales del centro a Capítulo -porque ni reunión era-.

Personados loa dos representantes sindicales, se encontraron con el panorama anteriormente descrito, pero echaron a faltar, precisamente al arribista. Pero los dos sindicalistas ya estaban al cabo de la calle e iban preparados para todo, y creo que vale la pena contar esta parte, porque según informaciones de estos sindicalistas el espectáculo refleja claramente la mentalidad imperante en los que convocaron la reunión, y transcribo literlamente sus palabras:

Cuando mi compa y yo llegamos a la biblioteca del Hospital, donde nos habían convocado, entramos, y ya estaban todos allí desde minutos antes. Saludamos y nadie nos contestó, mientras hablaban entre ellos ignorándonos, y de hecho no habín dejado ni dos espacios libres en la mesa para pudiésemos sentarnos, ´pero estaban vacías las dos sillas más "cutres" de la biblioteca.

Pero eramos "viejos loqueros", y nos sus poco sutiles tácticas de intimidación no nos iban a amilanar, sencillamente porque no sentíamos por nadie de los allí presentes ningún respeto profesional, así que cojimos una silla cada uno, y en vez de sentarnos juntos nos pusimos cada uno a un extremo de la mesa, yo, al lado del director y mi compa, junto al más beligerante -por tonto- del staff.

No obstante, después de que esta jugada de intento de "desestabilización emocional", les saliese mal, una vez sentados -mi compa y yo- siguieron ignorándonos y "hablando de sus cosas", durante un minuto, en el que vista la farsa, previo levantamiento de cejas, mi compa y yo nos levantamos y nos dirigimos hacia la salida. Cuando ya estábamos al lado de la puerta se oyó una voz que nos decía: "queríamos hablar con vosotros"

Mi compa, se volvió y les dijo que en ese momento no podíamos, que teníamos trabajo en la planta. "son sólo cinco minutos", respondió la misma voz y esta vez contesté yo, "nosotros tenemos libre a partir de las tres de la tarde, -hora de salida del personal, aunque bastantes de ellos se iban antes- si quereis venir, aquí estaremos", y directamente nos fuímos dejándolos allí colgados. Era evidente que sus tácticas de amedrantamiento no servían con nosotros.

A las tres menos cinco de la tarde, mi compa y yo nos dirijimos a la biblioteca, en la que estaba un sólo miembro del staff, así que cada uno de nosotros cogió una silla, y nos sentamos separados el uno del otro, cada uno con un periódico en la mano y nos pusimos a leer en espera de que llegasen.
Cuando faltaba un minuto para la hora empezararon a llegar los miembros del staff y satélites a la reunión. Como dato anecdótico, decir que las sillas cutres, esta vez les tocaron al Director y al beligerante.
Casi de inmediato, comenzó la reunión -¡tendrían prisa por marchar!-.
"¿Habéis leído el panfleto?!, (así, sin anestesia). "¿Qué panfleto?". "El panfleto sindical". ¡No!. "Si hombre, la revista sindical". "¡Ah!, esa si ... como habías dicho panfleto no entendíamos". "¿Y os parece bonito lo que habéis puesto?. "¿Habéis, quién?". "... pero es un compañero...". "Perdona, pasaremos por alto ese insulto, será tu compañero, no el de la mayoría del personal". "Si pero... con eso se le puede joder la vida!". "¡Es cuestión de estadística, tu compañero lleva años jodiendo a la mayoría del personal!, ¿de dónde habéis sacado que 'le iba a salir gratis, qué iba a quedar impune?", ¡... Es qué...!. "Ni es que, ni nada. Si el intersado, que por algo no está aquí, cree que lo publicado es falso, que vaya al Juzgado de Guardia a presentar una denuncia, y si es cierto, haber si tenéis cojones para expedientarlo". ¡Ya, pero...!. ¡Los trabajadores de este hospital, al menos los honrados, preferimos la ética a la estética! Y por lo que a nosotros respecta, esta conversación ha terminado, pero nos gustaría que nos viésemos ante la justicia, si os atrevéis".
Y comenzó una época de bonanza laboral, se acbaron los enchufes y la putadas en general. Era una situación de daños controlados, en la que no se pretendía airear los trapos sucios en el exterior, en nuestra inocencia creíamos que sería suficiente para que cambiase de estilo de trabajo, nada personal.
Este individuo se agazapó en su despacho, sin hacer nada, probablemente para ver si había repercusiones políticas, y alimentando un enfermizo y rencoroso odio personal.
Seis meses o menos, duró este simulacro de paz laboral.
Continuará Acto 1.1. ...










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