3/21/2012

¡ADIÓS PACO!


Hoy: Patxi Calvo

Ha fallecido un compañero de trabajo, y sin embargo, quiero pensar que me tenía por amigo, yo a él lo quería mucho.

Hace 35 años, cuando comencé a trabajar en el Soroleku de Zamudio, me acuerdo que era una mañana, a las 6h., no había amanecido y parecía que había entrado en la mansión de Drácula, me encontré con mis nuevos compañeros, hoy algunos de ellos fallecidos y otros más mayores que en aquel entonces.

Yo tenía 25 años, y entré acojonado y sin tener ni la más puñetera idea de donde metía ni para qué, además pensé, ¡joder que gente más rara hay aquí! -también es verdad que al cabo de un mes, ya no me parecía raros, y saqué la lógica conclusión: Ya estoy como ellos.

En la primera planta, donde comencé mi andadura, me esperaban varios compañeros: Félix Alconada, Santi Soba, Manuel Sevillano y Paco Tamayo.

Estaban sentados, esperando con curiosidad quien iba a aparecer por la puerta, y cuando llegué me saludaron con simpatía, pero al mismo tiempo con esa expresión de este va a durar menos en este trabajo que un pirulí a la puerta de una escuela.

Me presenté, saludé, y lleno de miedo y curiosidad pregunté; se empezaron a descojonar de mi, contándome truculencias a mansalva, yo cada vez más acojonado, y justo en esos momentos, un paciente falleció.

Aquello fue un maremágnun que a mis ojos parecía una locura y nunca mejor dicho, sin embargo años después comprendí que era toda un coreografía bien sincronizada, esa manera de hacer las cosas que dan los años de camaradería.

Y esas andábamos -andaban, yo miraba-, cuando, como en una película de miedo aparecieron cuatro o cinco monjas en fila india, que iban a rezar a la capilla, que puta casualidad estaba en la planta.

No eche a correr de milagro, porque me daba vergüenza -y porque no sabía por donde se salía-; cuando acabó todo ese lío de primera hora, se volvieron a sentar y yo con más miedo que vergüenza me atreví a preguntar: ¿Pasa esto todos los días?, y pensé, como me digan que sí no vuelvo.

Félix y Santi, socarrones ellos, empezaron a decirme que si, que lo de hoy no era nada comparando con los otros días; mi miedo pasó a terror. ¿Y las monjas?, siempre aparecen cuando muere alguien. ¡Tenía los ojos como platos, yo! y comencé a pasar del terror al pánico.

Empece a levantarme para echar a correr cuando Manolo y Paco, se empezaron a reir hasta las lágrimas, y me dijeron que el paciente se había muerto porque estaba muy grave, y que allí era raro que muriese alguien, y que las monjas venían todas las mañanas a la misma hora a rezar maitines.

¿Y que hacen aquí?. Rezar y mandar me dijo Paco.

Y así lo conocí. Alto, grande, musculoso -como un armario de dos cuerpos- con voz grave y mirada seria.

Ese fue mi primer día de trabajo y el día que conocí Paco Tamayo, y tengo que reconocer que los compañeros de aquel entonces tuvieron conmigo una paciencia de santo, enseñándome de todo: desde como hacer una cama -estilo monja- a como colocar un suero, desde como tratar a un paciente, como a saber hacerse respetar.

Aprendí mucho, lo básico, pero mucho.

Por supuesto volví a trabajar al día siguiente y poco a poco, día a día, mes a mes estaba integrándome en el grupo.

La imagen que yo tenía de Paco, fue cambiando a la velocidad de la luz, ya que resultó ser una persona sentimental, con una vida plagada de aventuras, amante del tango, alegre y que era capaz de dejar el trabajo cuando fichaba la salida del mismo.

Amante y protector de la familia, para Paco, eso era lo primero en sus prioridades vitales, y además, verle emocionado cuando veía a una persona con síndrome de Down y su cariño por todo ser sufriente, era para mí, un ejemplo.

Confieso, aunque esté mal decirlo, que iba a trabajar a gusto, porque trabajábamos, nos sentíamos parte del proceso de mejora del paciente, y eso unido al miserable salario de aquel entonces, nos hacía seguir sirviendo a la ciudadanía.

Este es el Paco que yo conocí, es verdad que a veces discutíamos entre nosotros, pero el enfado nunca duraba más de dos días -tres si nos tocaba librar- y luego ni nos acordábamos por qué habíamos discutido.

Y .... nada más. Goian bego Paco.

3/11/2012

ABSURDISTÁN


Hoy: el 15M

Si hacemos caso a las estadísticas, y ya sabemos quien hace las estadísticas, y también sabemos para que se hacen las estadísticas, en Absurdistan, país que los que pagan las estadísticas sitúan al sur de Europa, y que los fronterizos situamos al norte de África, aquí no pasa nada de nada.

Tenemos votaciones cada cuatro años, dicen que hay democracia, estamos sometidos a la dictadura del Estado de Derecho, y además somos por las gracias de dios, monárquico-republicanos-católicos y gilipollas. Y aunque no lo digo yo, lo suscribo.

Este Banco del que les hablo, ha decidido que ... lo que diga la rubia, y antes de presentar cuentas, los paganos del capitalismo -crisis lo llaman ellos-, ya sabemos de que va la cosa.

Empezando por por nuestra salud espiritual, después de poner mi neurona a funcionar, he visto ligeras contradicciones, entre lo que nos cantan esta masa coral -los ratzingeros, creo que lo llaman-;

Dios nos ama:

Digo yo que menos mal, que si nos llega a odiar no se que más nos podría pasar ... (¡lagarto, lagarto! que acabo de acordarme de un refrán chino que dice que toda mala situación puede empeorar)

Pero los subordinados de la Banca, esos que llaman estadistas y cosas así, siguiendo el pensamiento único marianista, de hacer las cosas como dios manda, ya ha empezado a ponerse en marcha, o sea que en los próximos presupuestos desaparecerán 600 millones de € dedicados a la Ciencia, y sin embargo, la secta ratzingera, sigue teniendo todo su presupuesto o... más, y eso quiere decir que si tienes cáncer: reza.

¿Crisis?

No, capitalismo en estado puro, pero capitalismo a lo absurdo, porque, cuando eramos repúblicanos, decían que no teníamos libertad -por eso nos liberaron-, y ahora que somos capitalistas no tenemos dinero. Lo dicho, absurdo.

Pero como en todo, las crisis en Absurdistan son de otra forma, o dicho mejor: debemos dinero a gente que no lo necesita

Gatronomía cleptocrática

La corrupción, como la paella,en ningún sitio como en Valencia.

Salarios mínimos

En Francia el salario mínimo es de 1365 €, y eran ricos
En Grecia el salario mínimo es de 789 €, y son pobres
En Absurdistán el salario mínimo es de 641 € y son gilipollas

Y mucho más, pero que mucho, mucho, mucho.... más.

En próximas entradas, más y peor.