Autor: Aitor Menta. Ladilla cojonera.
Ultimamente los políticos del PP han empezado a utilizar la palabra pesebreros para eferirse a toda aquella persona o institución que se opone a sus deseos, y a quienes acusa de apoyar políticamente al poder del PSOE o cualquiera que no comulgue con Rouco Varela.
Y no reparan en gastos: pesebreros son desde obispos a policías, pasando por jueces y tránsfugas, haciendo brocha gorda para pintar un panorama que no se ajusta a la realidad social, y por eso en su prepotente impunidad -cada vez menos- intentan, y lo consiguen, anestesiar a esa parte de la ciudadanía que es más amiga de telebasura, titulares sensacionalistas y poco dadas a reflexionar y a contrastar noticias -ya no digo analizar, que eso sería un enorme ejercicio de independencia mental- sino ver las contradicciones en que incurren los demócratas de toda la vida de un día para otro.
También es cierto que la memoria de la prensa dura menos que la de los peces, y por eso existen personas dedicadas a revisar hemerotecas y coleccionar declaraciones para lanzarlas como torpedos cuando lo crean oportuno, pero como he dicho antes, también la ciudadanía está empezando a tener memoria de pez.
Con la que les está cayendo a los del PP, a sus dirigentes y a las instituciones que gestionan, me asombra, y mucho, que el PSOE no sea capaz de sacar rentabilidad política de estas tramas de corrupción, es más, da la impresión de que la ciudadanía española premia políticamente a estos Luis Candelas y que robar está bien visto -efectos secundarios de la anestesia mediática-.
Y de pronto, salen a la luz, personas con ideas, con propuestas democratizadoras, y ¡oh sorpresa!,
todo el mundo político y mediático se olvida de las peleas domésticas y se unen para arremeter contra un mal mayor, y los meten en ese cajón de sastre que son la Leyes de Partidos y Antiterrorista.
Conclusión: Se puede robar, pero no pensar, y peor aún, decir lo que se piensa.
¡Biba el Estado de Derecho!
Ultimamente los políticos del PP han empezado a utilizar la palabra pesebreros para eferirse a toda aquella persona o institución que se opone a sus deseos, y a quienes acusa de apoyar políticamente al poder del PSOE o cualquiera que no comulgue con Rouco Varela.
Y no reparan en gastos: pesebreros son desde obispos a policías, pasando por jueces y tránsfugas, haciendo brocha gorda para pintar un panorama que no se ajusta a la realidad social, y por eso en su prepotente impunidad -cada vez menos- intentan, y lo consiguen, anestesiar a esa parte de la ciudadanía que es más amiga de telebasura, titulares sensacionalistas y poco dadas a reflexionar y a contrastar noticias -ya no digo analizar, que eso sería un enorme ejercicio de independencia mental- sino ver las contradicciones en que incurren los demócratas de toda la vida de un día para otro.
También es cierto que la memoria de la prensa dura menos que la de los peces, y por eso existen personas dedicadas a revisar hemerotecas y coleccionar declaraciones para lanzarlas como torpedos cuando lo crean oportuno, pero como he dicho antes, también la ciudadanía está empezando a tener memoria de pez.
Con la que les está cayendo a los del PP, a sus dirigentes y a las instituciones que gestionan, me asombra, y mucho, que el PSOE no sea capaz de sacar rentabilidad política de estas tramas de corrupción, es más, da la impresión de que la ciudadanía española premia políticamente a estos Luis Candelas y que robar está bien visto -efectos secundarios de la anestesia mediática-.
Y de pronto, salen a la luz, personas con ideas, con propuestas democratizadoras, y ¡oh sorpresa!,
todo el mundo político y mediático se olvida de las peleas domésticas y se unen para arremeter contra un mal mayor, y los meten en ese cajón de sastre que son la Leyes de Partidos y Antiterrorista.
Conclusión: Se puede robar, pero no pensar, y peor aún, decir lo que se piensa.
¡Biba el Estado de Derecho!
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