3/22/2010

¡LO SABÍA, NO LO PUEDEN EVITAR!


Autor: Patxi Calvo. Trabajador Psiquiátrico; Criminólogo; Representante sindical.

Por una vez, pongo en conjunto y me identifico como persona bloguera que tiene unas cuantas responsabilidades.

Cuando hago mis entradas como Criminólogo, intento, y no se si lo consigo, poner a un lado la parte criminológica de mi profesión - Y conste que puedo, y creo que se hacerlo pues tengo una titulación universitaria en Criminología-, curiosamente funcionario desde hace 33 años- , conocedor, observador y padecedor por denunciar sus actuaciones.

Cuando en mis entradas me identifico como trabajador psiquiátrico, es sólo eso, un currela que trabaja en un manicomio como auxiliar psiquiátrico desde hace 33 años, y conoce de sobra todas las mamonadas que pasan en el frenopático.

Cuando me sale la vena política o sindical y denuncio o cuento lo que pasa en el manicomio, se puede tener la seguridad -no debo nada a nadie del poder- que lo que cuento es cierto, aunque suene a bilbainada.

Podría contar en el blog, cantidad de burradas que suceden en el manicomio, pero por principios, jamás he humillado a nadie públicamente, aunque se lo merezcan.

En la anterior entrada, pedí disculpas por una metedura de pata, pero igual que me disculpé por ir de adelantado ahora tengo que decir, que si no hubiese escrito nada hubiese dado igual, pero cada uno tiene su moral.

Y lo cuento, ahora que ya he mandado por escrito a las autoridades de Osakidetza el tema, resulta que cuando fuí a entregar la documentación que se me pedía por el tema de Desarrollo de Carrera Profesional, me hicieron una encerrona para entregarme un documento: pliego de cargos (¿?) de un expediente disciplinario -otro- en plan traidor, o sea que mientras estaba entregando documentación obligatoria en la Secretaría de Gerencia del Hospital, se presentaron, a traición el Director de Gestión Económica del manicomio -personaje cuestionado porque casi todo los trabajadores dudamos que tenga un título universitario que lo cualifique- y otra trabajadora de la oficina, que seguro que la obligaron a estar presente.

Por supuesto, y una vez pasada la sorpresa, por dignidad -la mía- y porque me parece que no son formas, me negué a recoger el pliego.

También me encontré, por sorpresa, con una de las personas que han tenido el cuajo de escribir cuando se lo piden denuncias a la carta. Y juro que me contuve, pues no había nadie presente y podría haber actuado tal y como me pedía el cuerpo: partirle la cara.

Y así como, me he disculpado de una metedura de pata -formal, y no de fondo- también cuento que me cuesta mucho ser demócrata burocrático y que cuando me putean quisiera ser un ser humano normal y dar rienda suelta a mis rabias, ascos y desprecios.

En la próxima entrada más detalles.

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