11/06/2009

OTRO NEGACIONISMO: IN DUBIO PRO JEFE


Autor: Patxi Calvo. Criminólogo.

Que la Ley iguala a toda la ciudadanía en un Estado de Derecho, es una de las mayores falacias que desde los cargos políticos, las judicaturas, instituciones y Administraciones públicas pretenden vender a la ciudadanía, cada vez más anestesiada, convenientementas más anestesiada social y políticamente, y mientras non ofrecen desde los mass media, mucho pan y circo y poca veracidad.

Este modelo social, se copia exactamente en todos los modelos institucionales, funcionariales y laborales de la Administración pública.

Las leyes siguen protegiendo a pretendidas autoridades, que se defienden unos a otros de un modo muy sutil, no se cambia el modelo de sociedad y todos aquellos que se les designa para un cargo, por muy pequeño que sea, se adaptan casi de inmediato a este tipo de modelo, de tal modo qur se crea un perverso círculo igual que los maltratadores.

Se creen poseedores de un poder omnímodo, cuando su realidad personal es la sumisión a su superior inmediato, que asu vez es también otro sumiso, que a su vez ....

Una de sus caraterísticas es el corporativismo, es decir, todos saben las mierdas ilegales de sus designados, poque a su vez, cometieron los mismos actos y por eso cuando hay alguna denuncia ante la administración -en abstracto- nunca expedientan a ningún jefe, peor aún, ponen a los servicios jurídicos a su disposición, poque su fuerza siempre es el eslabón más débil de la cadena, por eso cuando un funcionario decide poner fin a ese tipo de corrupciones -insisto, conocidas por todos- se crea todo un estado de opinión generado por el poder, que intentan desviar el verdadero problema por todos los medios a su alcance, y son muchos.

¿Se imaginan a un funcionario contra toda una corporación?, pues lo hay. Y cada vez más, y por eso uno lee en prensa bestialidades jurídicas como la soltada por el Diputado General de la Diputación Foral de Bizkaia, que se atreven a poner en duda las sentecias del Tribunal Supremo, echando la culpa a la existencia de un ejército de querulantes, lo cual es una confesión, ya que anteriormente todo sus males se debían a un funcionario desleal y francotirador jurídico.

En Osakidetza, pasa exactamente lo mismo, y es que los modelos a seguir son siempre los mismos: El poder dice lo que quiere, cuando quiere y contra quien quiere, incluídos los tribunales que fallan en su contra, pero pobre del funcionario como diga una verdad conocida por todos: son unos corruptos.

Enseguida se activan todos los medios para castigar semejante osadía, y lo peor es que los jueces aplican el in dubio pro, en este caso la corporación.

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