11/04/2009

NINGUNA BUENA ACCIÓN QUEDA SIN CASTIGO


Autor: Patxi Calvo. Criminólogo.


No hace muchos años, asistí a uno de los mayores esperpentos administrativos de mi vida funcionarial.

Una mañana, el parking del manicomio (que además es lugar de contenedores de basura, de bombona enorme de propano, criadero de gatos, etc.) apareció plagado de papeles, y cuando unos de los trabajadores se agachó a recoger uno de ellos, por poco se queda en el sitio del susto.

Los papelitos en cuestión eran partes de baja del personal que trabaja en el manicomio, con todos los datos del trabajador y que estaban al alcance de la mano de los pacientes psiquiátricos, material confidencial tratado de negligente manera.

De inmediato, varios compañeros del hospital, sindicalistas, se dedicaron a recoger todos los documentos y presentaron la correspondiente denuncia contra la persona encargada de la guarda y custodia de los documentos y contra el Gerente del manicomio.

Se publicó en prensa la noticia y se montó un gran escándalo, pero como siempre pasa en esta gran empresa que es el Servicio vasco de Salud-Osakidetza, no pasó nada, no se tomaron ningún tipo de medidas.

Bueno, eso no es del todo cierto, se tomaron dos medidas: compraron trituradoras de papel y expedientaron a dos sindicalistas. ¡Como suena!

E incluso eso lo hicieron mal, pero con ánimo de joder.

El Gerente, auxiliado por el Jefe de Personal, curiosamente el encargado de la guardia y custodia de los documentos, se pusieron a investigar, pero no quien era el culpable del desaguisado, que estaba claro, sino quien había sido el culpable de que saliese en la prensa la noticia, puesto que se había atacado la confidencialidad de los trabajadores con la publicación.

En una chulería inimaginable, por supuesto consentida por Osakidetza, quisieron escarmentar, no al culpable de la aparición de los documentos confidenciales en un parking, sino a los delegados de trabajadores que hicieron público el escandaloso hecho.

Para más escarnio, los culpables de semejante barbaridad administrativa, se permitían el lujo de seguir haciendo barbaridades, en este caso un burla jurídica nunca vista en una Administración pública: Los culpables eran juez parte.

Y para acabar de tocar los cojones, sentenciaron: Apercibimiento verbal a los señores X e Y (donde se ponían los nombres y apellidos de los sindicalistas) y apercibimiento verbal al departamento de personal (así, en abstracto, sin nombres ni apellidos).

Para colmo de recochineo, segun la resolución del Gerente, dentro del abstracto Departamento de Personal, entraban incluso personas de dicho departamento que estaban de vacaciones.

Este descojono administrativo, claramente una burla de brocha gorda, burda hasta la naúsea, podía ser utilizada por los compañeros sindicalistas para dar una lección jurídica y una cura de humildad a estos personajes, pero se achantaron -se conformaron, lo dejaron como estaba- y de esos barros salen estos lodos.

Por no haber cortado las chulerías a tiempo, hoy se están pagando las consecuencias: El Gerente sigue siendo el mismo, el Jefe de Personal ahora es Director de Gestión Económica de manicomio -al parecer de manera ilegal- y los sindicatos son incapaces de reconducir la situación, y el abuso laboral campa por sus anchas.

Si se hubiese actuado a tiempo y cortado de raíz, a lo mejor no se hubiese llegado a esta situación de deterioro laboral, o cuando menos se respetería a la representación de los trabajadores, pero no, este el castigo por haber sido bueno.

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