2/15/2011

TANGAR, NO ES BAILAR EL TANGO


Hoy escribe: Gardel de Tanganika

Respondiendo a preguntas de lectores de este modesto blog, que claramente no son de la zona de Euskadi: tangar, no es bailar el tango.

Según la Real Academia: tangar es: engañar, estafar, también lo definen dentro del contexto de jefaturas con la palabra escaquearse:evitar una responsabilidad o trabajo.

El diccionario Larousse va más lejos, y añaden a estas definiciones la de encubrir.

Y los ingleses definen a este tipo de actos como thong, que es una palabra despreciativa con la que se dirigen hacia la persona que tanga.

Y no, para tangar no es necesario llevar tanga, aunque algunas veces las personas que se dediquen a tangar, usen tanga, de hecho me consta que hay personas que tangan, que se ponen el tanga del revés y se le ven los güevos, pero a estos ya se los define de otra manera.

Pero como los ejemplos son más esclarecedores, os pongo algunos de tipo laboral.

Para tangar no es necesario ser un delincuente -que muchas veces también- con ser tonto, ineficaz o enchufado -persona que ha tangado el puesto de trabajo que correspondía a otra gente-, es suficiente.

Cuando miras la nómina, el el caso salud, por ejemplo si trabajas en el manicomio en el que yo suelo sufrir, y ves que te han pagado mal -nunca a tu favor, en eso nunca tangan-, se echa primero un juramento a la que se añade la frase " este .... ya me ha tangado dos pluses festivos", y luego sigues jurando.

Este pequeño episodio, -grande para el que cobra- genera toda una conmoción, ya que supone que tienes que reclamar por teléfono -craso error, pues quien contesta no tanga jamas, dice el, o ella-, así que se opta de pasar del tonto de turno, y mandas un escrito, con fotocopia de tu calendario laboral y de la nómina cobrada, y entonces los tangadores se mueven y por fin comprueban que ha sido un error de la máquina, eso dicen.

Y no quiero contar lo que me pasa por esta mente calenturienta que tengo, cuando me dicen semejante estupidez porque esto se alargaría mucho.

Poe ejemplo: Los tangadores, cuando le llevas un escrito comunicando, que tal día no vienes porque coges el día libre que te corresponde por lo que sea, lo primero que te dicen, sin encomendarse ni a dios ni a santo es eso de: yo no te puedo dar el día. Con lo que volvemos al ejemplo primero y repites los mismos pasos: Echas un juramento como mínimo, te quedas indeciso sobre si darle una ostia o pisarle en la zona del tanga (este si es de tela, o seda o cuero, o...), o morderle la neurona que le queda, por lo perplejo que te quedas -tiempo que ellos interpretan, con esa mirada de vencedores como buenos tangadores que son, algo así como: si es que no hacen más que molestar.

Cuando has respirado tres veces profundamente, has valorado que darles dos ostias aunque se las merezca no vale la pena, y mientras te acuerdas de todos sus deudos e intentas razonar -misión imposible- y le dices: ¿A tí quién te ha nombrado Gerente -lameculos, piensas mientras hablas-, no te estoy pidiendo permiso para que tu me digas que no, te estoy comunicando por escrito y con suficiente tiempo de antelación que no voy a venir ese día, y para que me sustituyas.

Es cuando la neurona que les queda, empieza despertar y te dicen insistiendo, eso de, pídemelo por escrito, mientras tu le miras con el escrito que has llevado, en su mano. Y como te das cuenta que estás hablando con ladrillo sin agujeros, te das media vuelta -aunque tengas ganas de saltar sobre la persona- te vas con una copia registrada y sellada del escrito que has entregado, y el día en cuestión lo libras, porque te corresponde y pasas de los tangadores, sabiendo que cuando te llegue la nómina, te van a entrar unas ideas homicidas que ya las quisiera un psicópata para él.

Resumiendo que cuando decimos que nos han tangado, sabes que detrás de esa tangada, hay un tangador de cerebro unineuronal, que te crea más problemas que Camps a Rajoy, y además es lo que sucede, el Rajoy osakidetzero, suele dar la razón al Camps del manicomio, para no dejarle en feo, aunque a ti te obliguen a coger la baja, para no cometer un tanguicidio.

Y es que en el fondo, las personas que trabajan conmigo en el manicomio, son buena gente, como lo demuestra el hecho de que, a pesar de los pesares, aún nadie les ha partido la cara, ni siquiera en un momento de enajenación mental.

1 comentario:

  1. Lo de romperles la cara
    ten seguro que no es por falta de ganas.

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