4/22/2010

RETRATO DE UN LOQUERO


Autor: Patxi Calvo. Funcionario: categoría Auxiliar Psiquiátrico

Era el año 1977 cuando pedí trabajo en el Manicomio de Zamudio, como cuidador, que así llamaban a los actuales Auxiliares de Clínica.

Confieso que mis estudios no tenían nada que ver con la Sanidad, puesto que había sacado un título de Maestría Industrial en electricidad, nada vocacional por cierto, y tras varios meses en la profesión decidí dejarlo, pues no me gustaba.

Como iba contando, me entrevistaron para ocupar una plaza de cuidador en el manicomio, era joven, fuerte, y no tenía ni puta idea de lo que era un enfermo mental, cosa que a mis contratadores no le importaba en absoluto, y por cierto mis contratador era la Diputación Provincial de Vizcaya, y yo dependía del Departamento de Beneficencia.

Quedaros con los nombres.

Como no me voy a enrollar contando las aventuras del abuelo, decir que estuve más de un año, haciendo camas, limpiando culos y decir amén a todo lo que me decían las monjas, psiquiatras y alguna enfermera que otra, que tampoco había muchas.

harto ya de formar parte del mobiliario del manicomio, comencé a informarme sobre mi profesión, las enfermedades mentales, y cada vez que tenía una respuesta, aparecía mil preguntas más.

Comencé a conocer lo que era un neurótico, un psicótico, esquizofrénico, alcohólico, drogadicto, etc, y después de uh flash; me dije: muy bien más o menos ya se que es cada enfermedad, pero ¿qué soy yo con todos estos conocimientos?.¿Cómo los aplico?

Y comencé a buscar la parte humana de mi profesión, no me gustaba lo que hacía, como lo hacía y me parecía que era más un carcelero que un cuidador, y eso no era lo que yo quería.

Por esas cosas de la vida, me encontré un planeta en el que me pude perder, este planeta había editado un libro de Benito Pérez Galdós y que se titulaba "La desheredada", libro que escribió a primeros del siglo XX.

Fue una parte del libro, la que me hizo espabilar, rebelarme, y comportarme como un ser humano y no como un carcelero de locos.

Por si algunas y algunos de mis compañero tienen interés en conocerlo, lo pueden leer a continuación, y si no les dice nada, que lo dejen. Que dejen la profesión.

Decía Pérez Galdós:

"De cuantos funcionarios ha podido inventar la tutela del Estado, ninguno es tan antipático como el domador de locos. Carcelero-enfermero, es una máquina muscular que ha de constreñir en sus brazos de hierro al rebelde y al furioso; tutea a los enfermos, les da de comer sin cariño, los acogota si es menester, vive siempre prevenido contra los atques, carga como costales a los imbéciles; sería un santo sino fuera un bruto.
El día que la Ley haga desaparecer al verdugo, será un día grande si al mismo tiempo la caridad hace desaparecer al loquero".

Es verdad que sin haber pasado mucho tiempo desde entonces han habido intentos de cambio, y puedo decir con alegría, que fueron los cuidadores, auxiliares -los que estaban a pie de enfermo-, se crearon movimiento, primero hospitalarios, y luego corrió la voz, y los auxiliares se unieron. Se presionó al Gobierno y por fin conseguimos que las personas que trabajamos en los manicomios consiguiésemos formación y título del que carecíamos. Veinte años duró esta aventura, veinte años en los se consiguieron miles de titulados, pero totalmente insuficiente para cubrir las necesidades existentes.

Ahora están llegando personas recicladas, de otros oficios, personas que se quedaron en el paro y optaron por la sanidad. En muchos casos vienen sin preparación, pero el tiempo y los compañeros los van resituando, y los hay vocacionales.

Pero aún necesitamos aprender el factor humano de trato a los enfermos mentales, y más teniendo en cuenta que cada enfermo es un vida totalmente diferente, y nos tenemos que desdoblar a la hora de tratar a estos seres humanos enfermos.

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