3/07/2011

YO NO PUEDO ENTRAR, PERO ÉL NO PUEDE SALIR


Hoy escribe: Fray Ano Nimo de las Almorranas.

Me pasó y por eso lo puedo contar, y empiezo con la fantasmada típica: En uno de mis múltiples viajes por el extranjero, o sea fuera de Euskadi, entre Miranda del Ebro y Canadá pasando por Madrid, iba yo con mi pasaporte, mi visado, mi maleta facturada y sin nada de contrabando -ni mortadela pa'un bocata- sentadito en un asiento de avión, sin meterme con nadie -también es verdad que no me tocó ninguna gorda en el asiento de al lado- y con dos libros preparados para pasar unas 10 horas de vuelo.

Y total, entre lecturas, dormitadas, cena -¿o comida?- y un tremendo aburrimiento llegué a mi destino: El Aeropuerto JFK de Nueva York.

A partir de aquí fue todo como un mal sueño, con mi pasaporte en la mano y mi sonrisa de aeropuerto demostrando en todo momento mi antirracismo me dirigí a una funcionaria de rasgos sudamericanos y para darle una alegría le hablé en español, para que se acordase de sus ancestros.

Presento mi pasaporte y la cara seta de la funcionaria, tras un Good morning, sir me pide el pasaporte, trastea en el ordenata, y con una sonrisa de oreja a areja, me dice que espere un momentito por favor, señor, llama por teléfono y a los dos minutos, mientras la funcionaria me daba conversación, llega un baranda, tambien con ancestros sudamericanos y me pide muy educadamente que le acompañe. ¡Zas, mosqueo!. Me lleva a un tugurio y me explica de manera ya menos amable que no se permite la entrada en Estados Unidos.

Decir que me quedé perplejo sería mentira, pues ya me lo esperaba, no obstante, en mi papel de persona confundida-irritada, le digo con toda la inocencia del mundo eso de perdone pero creo que debe de haber un error, entonces ¡horror, abre un cajón, saca una carpeta y sin dejarla encima de la mesa, la abre y me dice -más o menos-. Según la información que pone en esta carpeta, usted no puede entrar en nuestro país, ya que con la información de que disponemos, usted es un delincuente declarado.

Creo -le respondo ya con recochineo- que es no soy yo, difícilmente puede ser un delincuente cuando voy como invitado por la Asociación de Criminólogos Americanos, aun Congreso de Criminología.

El hombre se me perpleja, y empieza a preguntar, si yo soy Francisco....., le digo que no, que sólo coinciden los apellidos, ya que me llamo Patxi, tal y como pone en mi pasaporte.

Ya con la mosca, me pregunta si mi número de cédula es el ...., ¡oye, no falló número!, le dije que si. Que si trabajaba en un asilo psiquiátrico, le dije que si. ¡Pues es usted, me contestó con sonrisa triunfal!

Pero yo a lo mío, ya metidos en harina, me puse a hurgar: Perdone, pero usted sabe que en España hay mucha delincuencia organizada y estoy seguro de que me ha robado la identidad y....

Sin dejarme acabar, me planta delante de los morros una fotografía mía, sacada del carnet de identidad. ¿Es usted?, ante lo evidente le dije que si, pero que no entendía porque se me consideraba persona non grata, pues yo era un honrado funcionario en mi país, criminólogo reconocido, que acudía a su país por invitación de una prestigiosa organización y ni se la de melonadas más que le solté al funcionario.

Cuando ya se aburrió de escucharme, me dijo que según la Ley noseque y debido a las relaciones bilaterales entre el Gobierno español y su gobierno, que culminaron con la entrega de las fichas policiales políticas de personas como yo.

Y yo con cara de sorna y pretendido asombro, le digo: ¿Quién, Josemari?. El hombre se me queda mirando con cara ya psicópata, y me dice que no sabe quien es Josemari, pero que el Presidente español, el Sr. Aznar y el presidente de Estados Unidos, el señor Bush, habían firmado ese acuerdo.

Y yo haciendo amigos como siempre: Pues ese, Aznar, es Josemari.

Ya entonces, el funcionario USA con cara de sudamericano -que seguro que entró de ilegal-, dio por acabada la conversación. me pidió el justificante de la maleta y levantándose me comunica que seré devuelto a España en el próximo vuelo que salga hacia allá, y que hiciese el favor de acompañarle.

Y es que cuando me llevó a la sala de los delincuentes non gratos. Aquello parecía la sala de fumadores del manicomio de Zamudio, había de todo: asiáticos, africanos, sudamericanos, unos pocos paliduchos -nosotros-, hombres, mujeres y niños.

Eso si, la sala grande, con sillas más o menos cómodas -yo en plan protesta me senté en el suelo-, bueno en plan protesta y porque estaban todas las sillas ocupadas, rotas o sucias, para que luego digan de la eficacia yanqui.

Me trajeron la maleta, registrada eso si, y me encontré con unos paisanos a los que les había pasado lo mismo.

Estuvimos en aquel antro unas seis horas, y nos metieron en un avión de Iberia, y ¡Y hala, pa' Madrid!

Y mira tu lo que son las cosas, leo en la prensa canalla que el ex presidente Bush no puede salir de Estados Unidos hacia Europa, porque en cuanto pise suelo europeo será detenido por crímenes de guerra, ya que ha sido denunciado por varias organizaciones.

Así que te jodes, tonto borracho, yo no puedo entrar, pero tu no puedes salir, y como colofón, que esto se está haciendo largo, pregunto ¿dónde están las denuncias contra Aznar y Blair?

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