3/17/2011

ESO QUE LLAMAN RESPETO (II)


Hoy escribe: subordinado

No se comofue, pero pase de casi los años 80 del siglo XX, a finales del siglo XIX. Se suponía que habíamos luchado contra el fascismo, que estábamos recuperando libertades, y mira tu por donde me encuentro trabajando en un manicomio, dirigido por monjas, mala gente y personas de peor calaña.

La sumisión iba en plan jerárquico, el Director, era el puto amo, las monjas lo reverenciaban y éstas a su vez, mandaban a todo cristo, mismo daba que fuesen médicos, enfermeras o cuidadores, y ya en el eslabón más bajo de la cadena alimentaria, estaban las limpiadoras y el personal de cocina y mantenimiento.

Pero había un grupo de intocables: los oficinistas.

Pero siguiendo con las modalidades de respeto, me encontré -aunque habría que decir que me busco-poco más de 15 días más tarde de empezar a trabajar, con mi jefe inmediato superior, el Jefe de Cuidadores, recuerdo que era un viernes y que me tocaba librar el fin de semana, que ya tenía ganas.

Pequeño, con voz suave, catequista de su parroquia, malo como el veneno y vago, pero jefe. Me llevó a un aparte y me dijo: no le importaría a usted venir a trabajar el sábado y el domingo a trabajar, es que andamos mal de personal.

Sin pensármelo dos veces le dije que no, que eran mis días libres y que estaba muy cansado y pensaba descansar, y porque además me tocaba.

Y de nuevo, cambiando de táctica y pasando al chantaje emocional me suelta eso de: pues sus compañeros se van a quedar sólos, y ¿es usted capaz de faltarles al RESPETO y no venir a trabajar?

Persistí en mi negativa, y a continuación se lo conté a mis compañeros. En mala hora, me dijeron de todo, desde avisarme con las represalias que iban a tomar conmigo, que me iban a echar a la calle, que cuidado con el enano ese que era un h........., etc. Pero a pesar de las frases de ánimo cosechadas por mis compañeros mi decisión estaba tomada. Libraba el fin de semana.

Pero ya el chivatillo había ido a hablar con el Capo de todos los capos, el Director Médico, que tuvo a bien llamarme a su despacho -esa sería la primera vez, pero no la última-, y volvió a repetirme la misma melodía que el catequista.

Yo insistí en que no, y además añadí que tenía obligaciones familiares ineludibles, y que aunque quisiera -que no- no podría ir a trabajar en mis días libres. Y con toda la mala leche le solté que el jefe libraba todos los fines de semanas, y que no venía nunca, y si alguien faltaba al RESPETO a los trabajadores, era él, no yo.

Entonces el director médico me dijo, que mi negativa a asistir podría tener repercusiones en mi futuro laboral, porque es fin de semana las monjas tenían uno se sus eventos religiosos -luego resultó que los tenían casi todos los fines de semana y fiestas de gardar-.

A pesar de sus explicaciones, amenazas, etc, me mantuve en mis 13 y le dije que sintiéndolo mucho ese fin de semana me era imposible ir.

Me largo de su despacho con un puede retirarse y allá en la planta me encontré reunidos a monjas, cuidadores, limpiadoras, medicos, enfermeras y cotillas en general. Los muy traidores había estado haciendo apuestas, en la que el perdedor ra yo, pero cuando les dije que me mantenía en mi postura y que no iba a venir, cambió de plano todo el sistema.

Los unos me aconsejaron que dejase el teléfono descolgado todo el fin de semana porque me iban a amargar a llamadas para que fuese a trabajar. los otros dándome consejos técnicos y diciéndome que marcase tres ceros y dejase el teléfono descolgado y así no daba señal -y era cierto- y todos haciendo planes para librar si es que a mi no me hacían nada.

¡Cría compañeros para esto!, pero como habréis leído, en estos dos capítulos el SOROLEKU, en menos de 15 días ya han salido cuatro modalidades de RESPETO y ya me estaba pareciendo que había -menos para mi- tantos respetos como jefes.

Y esto no acaba aquí

continuará....


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