12/26/2009

PACIENTES PSIQUIÁTRICOS .... MIS NUEVOS HÉROES




































Autor: Patxi Calvo. Filomajara


Mira tu por dónde, 33 años después de comenzar a trabajar en el Manicomio de Zamudio, estoy empezando a pensar que los liberadores de nuestros alienantes políticos y/o religiosos van a ser los pacientes psiquiátricos.

Hace dos semanas, un paciente psiquiátrico, le puso los mocos del revés y un par de dientes apuntando a Roma, y todo con ánimo lúdico-cultural, pues le largo un ostiazo con una réplica de la catedral de Milán.

Hace un par de días, una chica de 25 años, también paciente psiquiátrica, llena de amor por el representente de Dios en el Vaticano, el nazi Ratzinger, bajó a un estado de humildad inimaginable a tan alto representante, lo tiró por lo suelos.

¡Bien, bien y bien!

Como siempre, la culpa para otros, ya se sabe, los servicios de seguridad, la señora de la limpieza que los conocía y no dijo nada, los currantes de los manicomios por no pasar la lista de los ¿dementes?, en fin, alguien pagará el pato.

No me quiero ni imaginar si algo de esto sucediese en Euskadi, lo primero al paredón, y luego los jueces de costumbre, ya buscarían a la señora de la limpieza de turno del manicomio para cargarle el marrón.

Ya se sabe, se sigue el escalafón de las culpas:

¿El psiquiatra?, de eso nada pues al darle permiso lo hizo de manera terapeútica y porque según su saber y entender el permiso beneficiaría al paciente.

¿La enfermera?, que no la líen que ella tenía una orden escrita -por casualidad- y lo que diga el psiquiatra, lo ha dicho el psiquiatra.

¿El auxiliar?, anda no me jodas, no se aclaran entre ellos -los jefes- y me van a liar a mi.

¿La limpiadora?, le vió salir, pero como por allí pasa tanta gente, ella que va a saber, quien trabaja en el manicomio, quien es paciente -salvo ella que tiene mucha paciencia-, quien es médico ... si son todos iguales.

¿El segurata?. Ese, por dejarle salir, hasta le abrió la puerta porque iba cargado con bolsas, y le saludó.

Pues eso, la culpa del último por cerrar la puerta.

Y esto que suena a cachondeo, es una realidad vivida por personal del manicomio, y es que ya se sabe: ¡La mierda flota!

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