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Patxi Calvo, Trabajador psiquiátrico. Criminólogo.
Llevo trabajando en el manicomio muchos años, de hecho creo que el mar Muerto, estaba enfermo, y con el paso de los años, lo poco que se aprendió de cuidados de psiquiatría, lo han convertido en... nada y lo que no mejora empeora, y esto sólo ha mejorado en el Boletín Oficial del Gobierno Vasco: Ahora al manicomio lo llama Hospital Psiquiátrico, pero la cruda realidad se impone: es un manicomio.
Creí que ya no me quedaba capacidad de avergonzarme por acto que no hubiese cometido yo, y por lo visto tengo que dar gracias, para poder ser capaz de sentir emociones.
Creí que ya no me quedaba capacidad de avergonzarme por acto que no hubiese cometido yo, y por lo visto tengo que dar gracias, para poder ser capaz de sentir emociones.
¡Mala hostia!, esa fue la sensación que sentí, y asco, mucho asco.
Cada día tengo más claro que quien dirige este burdel de la locura, ha perdido el norte, a pesar de que las estadísticas nos digan lo contrario, los trabajadores psiquiátricos -todos- sabemos que son mentira.
Un ejemplo: En el manicomio donde dejo parte de mi via, gente espabilada, "esa gente", tienen planificado impartir un curso llamado: "Contención física ante pacientes" -o algo así-, de hecho, una DUE me ha confirmado que se ha apuntado al curso. ¡Vergonzoso!
Las "luminarias organizativas", han decidido que el personal psquiátrico debe aprender a defenderse de los pacientes mentales, segundo paso del plan, el primer paso es considerar un peligro al paciente, y por lo tanto se actúa en consecuencia. ¡Leña al loco!
Hace muchos años, cuando comencé mi andadura profesional en el manicomio -me prece que el Mar Muerto aún estaba enfermo-, el personal de enfermería no entendíamos mucho de enfermedades mentales, pero al menos teníamos entusiasmo, ganas, y aprendíamos juntos, y remarco lo de aprendíamos, pues la Administración no soltaba un chavo para formación. Era un manicomio.
A día de hoy, la Administración se ha "pervertido", sólo le importa la imagen que da, el contenido es lo de menos. El personal nuevo no sabe, y en muchos casos ni quiere saber, tienen contratos precarios, que les duran menos de un mes, y en ese mes ni pueden -ni quieren-, aprender, pues están en el manicomio con la sensación de que les están explotando incluso sin saber lo que tienen que hacer.
Los (i)responsables de contratación, gente inteligente donde los haya -entre todos suman 90 de Cociente Intelectual- dicen seguir "la lista de contrataciones", lista que no dudan en saltarse en cuanto tienen a algún pariente -de alguien- para enchufar, y casualidad, tampoco destacan mucho por su inteligencia.
Pero a lo que iba, que me disperso, el personal fijo, el veterano, el que en su día quiso y aprendió, está totalmente quemado, las bajas por enfermedad se disparan, a los pacientes con ramalazos de violencia, no se les puede contener con las herramientas de las que un trabajador psiquiátrico debe de disponer: la formación y la palabra.
Pues de eso nada, gran parte del personal actúa con los pacientes como si fuesen vecinos del barrio, les cuentan todo tipo de intimidades, no guardan distancia terpeútica -tampoco saben lo que es eso- y un largo etc. de horrores profesionales.
¿Y los jefes?, sabemos que cobran a fin de mes, pero son como los billetes de 500 euros, casi no se ven. En definitiva: al manicomio le han cambiado el nombre, pero es cada vez más manicomio.
Un ejemplo: En el manicomio donde dejo parte de mi via, gente espabilada, "esa gente", tienen planificado impartir un curso llamado: "Contención física ante pacientes" -o algo así-, de hecho, una DUE me ha confirmado que se ha apuntado al curso. ¡Vergonzoso!
Las "luminarias organizativas", han decidido que el personal psquiátrico debe aprender a defenderse de los pacientes mentales, segundo paso del plan, el primer paso es considerar un peligro al paciente, y por lo tanto se actúa en consecuencia. ¡Leña al loco!
Hace muchos años, cuando comencé mi andadura profesional en el manicomio -me prece que el Mar Muerto aún estaba enfermo-, el personal de enfermería no entendíamos mucho de enfermedades mentales, pero al menos teníamos entusiasmo, ganas, y aprendíamos juntos, y remarco lo de aprendíamos, pues la Administración no soltaba un chavo para formación. Era un manicomio.
A día de hoy, la Administración se ha "pervertido", sólo le importa la imagen que da, el contenido es lo de menos. El personal nuevo no sabe, y en muchos casos ni quiere saber, tienen contratos precarios, que les duran menos de un mes, y en ese mes ni pueden -ni quieren-, aprender, pues están en el manicomio con la sensación de que les están explotando incluso sin saber lo que tienen que hacer.
Los (i)responsables de contratación, gente inteligente donde los haya -entre todos suman 90 de Cociente Intelectual- dicen seguir "la lista de contrataciones", lista que no dudan en saltarse en cuanto tienen a algún pariente -de alguien- para enchufar, y casualidad, tampoco destacan mucho por su inteligencia.
Pero a lo que iba, que me disperso, el personal fijo, el veterano, el que en su día quiso y aprendió, está totalmente quemado, las bajas por enfermedad se disparan, a los pacientes con ramalazos de violencia, no se les puede contener con las herramientas de las que un trabajador psiquiátrico debe de disponer: la formación y la palabra.
Pues de eso nada, gran parte del personal actúa con los pacientes como si fuesen vecinos del barrio, les cuentan todo tipo de intimidades, no guardan distancia terpeútica -tampoco saben lo que es eso- y un largo etc. de horrores profesionales.
¿Y los jefes?, sabemos que cobran a fin de mes, pero son como los billetes de 500 euros, casi no se ven. En definitiva: al manicomio le han cambiado el nombre, pero es cada vez más manicomio.
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